Existen diferentes técnicas de amasado y lo podemos hacer de forma tradicional (con las manos) o con las máquinas de amasado que existen en el mercado. Independientemente de la técnica que apliquemos, con todas se trata de conseguir el mismo objetivo: desarrollar la proteína de gluten mediante el amasado, que será la que nos permitirá estirar y trabajar bien la masa para darle la forma deseada, sin que se rompa ni desgarre y conseguir una textura suave y esponjosa.

La principal función de amasar es mezclar una serie de ingredientes hasta que formen una masa homogénea, lisa, elástica y sin grumos.

Para conseguir un buen amasado tendremos que seguir los siguientes pasos:

• Mezclar bien la harina, la levadura, la sal y el agua en un bol (debemos pesar los ingredientes para tener una proporción exacta; ir referencias para ver un ejemplo de ingredientes para masa de pan).
• Cuando los ingredientes están bien mezclados en el bol, cogemos la masa y la ponemos sobre la encimera (que podemos espolvorear con harina para que la masa no se pegue) y comenzamos el amasado.
• Para amasar tenemos que coger la masa por un lado y estirarla con fuerza todo lo que podamos y después la enrollamos o doblamos sobre sí misma y la volvemos a estirar. Tenemos que repetir el proceso hasta que la masa esté elástica, suave y sin grumos.
• Podemos amasar durante periodos cortos y dejar la masa reposar (10-15 min) dentro de un bol tapado con un paño húmedo. De esta forma conseguimos que se cree el gluten y que la masa crezca gracias a la levadura.
• Cuando la masa esté completamente lisa, firme y no se pegue, haz una bola, levántala y déjala caer, si mantiene su forma, la masa está lista.
• Con la masa preparada, ya podemos darle forma a lo que vayamos a hornear.